lunes, 2 de junio de 2008

Salud de la Mujer Indígena


RECUPERACION DE LA NATURALEZA DE LA SALUD DE LA MUJER INDIGENA.

por María Quiñelén

A medida que ha avanzado el tiempo, la historia de los pueblos originarios se ha vuelto más conflictiva. Con la llegada de los invasores que provocaron los primeros genocidios, hasta hoy con la instalación del sistema occidental, a la mujer: fiel representante de la naturaleza cíclica y agente de los cambios, se le ha sobre exigido a costa de su vida para mantener viva a la nación originaria. Desde el Abya Yala a la América actual la Mujer ha tenido que parir sobre esta tierra joven una y otra vez rodeada de peligros de todo tipo. Ante esto, y como una forma de proteger a los recién nacidos tuvo que movilizarse lejos de su hogar, lof, ruka, comunidad para llevar a efecto el trabajo más maravilloso que le asignó Tchao Gnechen: PARIR.

Para los nacimientos de los hijos nuestras abuelas se alejaron de sus pueblos para ocultar-ser en la naturaleza y dejar en ella sus llantos, sus dolores, sus olores, sus gritos, su sangre de vida entre los ruidos del entorno, uniéndose a la voz de la Madre Naturaleza: Las vertientes, ríos, cerros, quebradas, bosques y montañas; un trabajo tan natural vivido entre mujeres, exigió a nuestras abuelas ese tremendo sacrificio, cuyo resultado es que la nación originaria de esta Tierra sobrevivió con sus sabios cuidados.

Las Lawentuchefe y Piñeñelchefe se han dado el tiempo para la actividad trascendental de transmitir de voz en voz, y de generación en generación las medicinas, los cuidados y las técnicas, que sin dañar el cuerpo de la mujer favorecen la llegada en buen estado de nuestros hijos, asistiendo a las parturientas con los mismos elementos cotidianos, con oraciones de agradecimientos a la Madre Tierra que elaboró la placenta y que imprimió en ella la historia del viajero que se formó como tierra protectora alrededor del pichikeche, agradeciendo a Elchen por habernos dado la alegría de volver a nacer en nuestros hijos que son la realización del sueño de nuestros abuelos.

Las mujeres conocedoras de las medicinas y las maestras de partos son servidoras de nuestras naciones indígenas, especialmente al servicio de la mujer desde que nace hasta que se va de esta tierra. Ellas conocen el arte de la alimentación dirigida como medicina, el manejo preventivo de enfermedades y se transforman en orientadoras de la familia, conociendo las historias de los lof, de las tierras y la producción de las medicinas que es toda la naturaleza, en cuyo trabajo el hombre es altamente importante y complementario, por la salud de los niños, sus crecimientos y desarrollo, sus tendencias naturales y heredadas. Estas mujeres sanadoras se caracterizan por seguir a sus pacientes hasta sus hogares para mejorar sus estados con las medicinas que rodean al enfermo y a su familia, Ellas van siendo orientadas en los sueños, guiadas por la voluntad de verter sus conocimientos en pro de la salud y la mantención del estado de salud de los individuos y sus pueblos, que han resistido miles de años y que aun nos movemos por esta Tierra Madre nuestra.

Durante el tiempo de la dictadura militar en Chile, muchas mujeres originarias llegaron a los hospitales para cumplir el mismo proceso de la vida, solo que con una política racista apelando a la lucha contra la miseria y con la bandera de la medicina occidental, muchas mujeres de nuestros pueblos originarios fueron esterilizadas sin sus consentimientos. Una vez más se vio menguada la nación y su posibilidad de crecimiento numérico, y se instaló nuevamente la desconfianza en las instituciones de salud de atención a la mujer.

Las políticas occidentales y chilenas son vistas con desconfianza por nuestras mujeres, hoy uno de los hechos más evidente es el nacimiento en los centros hospitalarios urbanos, que niega el derecho indígena de nacer en su comunidad de origen.

La persecución a las piñeñelchefe y a las lawentuchefe, las dejó fuera de las prácticas reconocidas de asistencia a la mujer con trabajo de parto, que sin investigar sus procedimientos en pro de la vida, las persiguió como ilegales, reduciendo su trabajo a la clandestinidad como charlatanas o simples yerbateras, desconociendo el trabajo que por siglos nos pertenece como mujeres y expertas en los temas de salud femeninos, especialmente el parto.

El conocimiento ancestral de las plantas y hierbas medicinales aplicadas al proceso natural del parto, el cuidado del cuerpo y alimentación, que hacen que los abuelos nuestros fueran longevos, quienes en el proceso de occidentalización han acortado sus días de vida; también la nutrición para la madre y el recién nacido, que involucra desde los baños a la forma de dormir, la prevención de las enfermedades, el control de la fertilidad y el rigor del cuidado del calendario lunar de la mujer, especialmente en lo que corresponde a los ciclos fértiles e infértiles, o para la elección del sexo de los hijos, qué características se quieren resaltar y en qué fechas se aconseja la gestación de acuerdo a la edad de la madre o al clima conlleva grandes responsabilidades y a la vez son altamente protectores, lo que hoy busca la medicina occidental para sus juventudes.

Los valores también son reforzados en la comunicación como orientación desde la cosmovisión de nuestros pueblos, lo que la mujer sabia de la medicina debe prever, por lo que se hace orientadora, asistente comunitaria y educadora del rol de la mujer, se hace nutricionista, fortalecedora de los valores humanos ideales, además de un trabajo de prevención de enfermedades para los hombres que deben crecer en más amplio espectro, y si ya existe la enfermedad es una diestra orientadora para la recuperación de la salud, recomendando los elementos que la refuerzan, que son las características locales o regionales y del paisaje. Entendiendo la salud como la unión en equilibrio del cuerpo con la totalidad, en donde no se excluye nada, involucra la tierra, las fuentes de agua, los elementos de la naturaleza, la flora y la fauna, lee el cielo, los climas y sus cambios, orienta en la alimentación, las relaciones, las redes humanas, la comunicación, la política, la educación, la casa, la cultura, las celebraciones religiosas entre otros. Por esto podemos declarar que la Mujer es el factor más importante para la mantención de nuestros pueblos y nuestra existencia, es la que transmite el conocimiento para la mantención de la vida de nuestros pueblos, es siempre agente y no siempre visible.

En el pueblo mapuche, la mujer es venerada, respetada como la mantenedora de la complementariedad, la que unifica, como pareja, como familia, comunidad y nación a nuestra gente. Tanto así que para ser ceremoniante y poder ser representante de la divinidad en la Tierra, el hombre debe reconocerse como nacido de mujer y mantiene hasta hoy un lenguaje delicado y diferente al de los hombres para dirigirse a la mujer, su complemento.

Las Lawentuchefe y Piñeñelchefe, mujeres de la medicina pertenecen generalmente a un Kepam o paño familiar en dónde se ha mantenido el conocimiento de las formas medicinales tradicionales de nuestros pueblos, generación a generación, aún se les reconoce en las comunidades por su rol, hoy en las organizaciones, gran parte de nuestros pueblos viven en los centros urbanos en dónde hasta hoy se llevan a la práctica estas técnicas propias.

Como Piñeñelchefe he visto que se hace un negocio con las necesidades naturales o temporales de la mujer, especialmente por las farmacéuticas y las jóvenes escuelas de medicina occidentales, resultan en engañosas clínicas que ofrecen partos naturales, partos en el agua y que están lejos de ser humanitarias; captan a sus víctimas que ignoran la naturaleza de sus cuerpos y en el momento culmine hasta se les muestran videos pregrabados de embarazos de alto riesgo para llevar a cabo altos cobros en base al terrorismo natal. Las prácticas del parto occidental son altamente invasoras, especialmente de la columna vertebral y del hígado, que la nodriza no alcanza a depurar. Se la estimula para la rápida recuperación del útero, lo que va en desmedro de quién es la responsable no sólo de su vida, sino de la que acaba de nacer. Las frías salas de parto y las camillas que obligan a la mujer a estar en una posición antinatural o de espaldas, ya que el único beneficiado con esta postura es el profesional occidental que tiene a la altura de sus ojos el periné de a mujer. En este caso el médico naturalista u originario es sólo un servidor en servicio a la parturienta en el trabajo de parto que respeta en todo momento las necesidades de ella. La práctica occidental le hace aún más doloroso y largo el proceso en una tremenda soledad entre tantas mujeres en las mismas condiciones. Sola e invisibilizada, cubierta completamente apenas tiene la posibilidad de conocer al fruto de su vientre. No es la protagonista de su parto, sí lo es el personal frío que levanta al recién nacido como un trofeo, que se retira y se apaga la luz…

Por la salud de las niñas indígenas, futuras sostenedoras de nuestra cultura:

Se deben crear espacios para el desarrollo y mantención de nuestros cosmocimientos, para la sanación de nuestra sociedad indígena, así se lleve de mejor forma la intraculturización necesaria y vital en estos tiempos.

Favorecer el desarrollo de seminarios y encuentros de las organizaciones con nuestras abuelas y abuelos para el crecimiento y desarrollo en prácticas saludables de nuestros hijos con nuestros abuelos sabios que siempre serán una buena y la mejor escuela.

Deben llevarse a efecto el reconocimiento legal de todos nuestros agentes de salud originarios, que puedan ser reconocidas sus recomendaciones y respetadas en la atención complementaria.

Reconocimiento a la organización tradicional que sostienen nuestras comunidades, autoridades morales, políticas y religiosas para las prácticas milenarias de nuestras formas personalizadas, científicas y naturales que hacen de la educación para la vida y su cuidado un arte.

Que las mujeres tengan información para optar a partos con acompañamientos de piñeñelchefe o maestras de partos indígenas.

Que las mujeres indígenas sean acompañadas en su idioma propio por facilitadotas hablantes intrahospitalarias más aún cuando las mujeres indígenas pasan por uno de los estadios de mayor vulnerabilidad en sus vidas: La Hospitalización.

Que el trabajo y aporte de tiempo de la mujer indígena sea respetado, que deben recibir una reciprocidad económica o sueldo por su aporte técnico cultural tan valioso en la promoción, valorización y transmisión de su conocimiento originario en todas las instituciones que dependan del estado; su tiempo restado a sus familias debe significar una entrada económica, su conocimiento es invaluable, que no le signifique más pobreza a las facilitadoras que enriquecen a los profesionales occidentales quienes si perciben un sueldo en el mismo tiempo en ese mismo trabajo.

En este punto y por la promoción de valores para la vida recomiendo apelar a la OPS y/o a la OMS por el servicio que ellas prestan al pueblo en general.

Que se creen espacios para la formación profesional de mujeres para este acompañamiento, que reciban reciprocidad o remuneración por la realización de este trabajo.

Que el registro de la madre y el hijo se haga en entrevista previa para que conozca su grupo y factor sanguíneo, y al momento del nacimiento se tome huellas digitales del recién nacido y se adjunte a las de la madre como medida de protección y seguridad.

Generar espacios de expresión y canalización del conocimiento de las mujeres indígenas que conocen las técnicas de contención y acompañamiento para atenuar el dolor.

Deben generarse espacios con temperaturas adecuadas sobre los 18 grados Celsius en donde se respiren los vahos de plantas y hierbas medicinales al momento del parto de las mujeres indígenas.

Permitir los conocimientos de plantas y hierbas medicinales para inhalación, emplastos y baños tibios en el preparto en tinas dispuestas en caso de ser necesario.

Que se les permita estar acompañadas por alguien cercano quien les represente apoyo, conveniente para su confianza y tranquilidad, con lo que se fortalecen los lazos familiares.

Que se les permita a las mujeres indígenas no parir de espalda.

Permitir el apego temprano de la ñuke y su pichikeche.

Exigimos formación bicultural a todos los funcionarios que trabajen con público en las instituciones dependientes del estado.

Que por salud integral se reconozca la participación de la mujer indígena como un trabajo complementario al del hombre en todas las dependencias donde haya un funcionario del estado que trabaje la temática indígena, ya que los temas de la mujer son independientes pero siempre complementarios.

Que haya formación con pertinencia de visitadores, agentes o facilitadores indígenas a terreno en todas las instituciones de salud, que visite y entreviste a las familias indígenas para detectar problemas de salud en los diferentes aspectos: mentales, ginecológicos, tercera edad, maternales, escolares, etc.

Que las plantas y hierbas medicinales sean preservadas en los territorios donde habitan los indígenas, esto es prioridad para mantener nuestra salud humana, local y espiritual, como bosques, aguas, etc.

Para la recuperación de la confianza mutua: solicitamos a los ministerios la publicación de los dineros dirigidos a los programas con temáticas indígenas, la publicación de los sueldos y gastos que a nombre de los pueblos indígenas se generan y justifican.

Es necesaria la creación de un fondo pertinente al desarrollo de nuestros pueblos originarios en cada ministerio. Es sospechoso que los estamentos traten a los pueblos indígenas por parte: salud no tierra, medicinas no agua, agentes de salud indígenas versus libros.

Los agentes de salud indígenas no nos oponemos al desarrollo tecnológico para salvar la vida hemos sido desde la invasión biculturales, pero es el tiempo de no aceptar la tolerancia sino la valoración de nuestras culturas indígenas.

Todas estas propuestas van dirigidas a que la medicina sea complementaria, de respeto mutuo, ya que la medicina nunca será intercultural, son conceptos no conciliables desde sus orígenes, la medicina occidental nunca entenderá los conceptos originarios que se aprenden desde que se nace, y los médicos originarios aunque no necesitan saber de la joven medicina occidental para sanar a su gente, proponemos un trabajo de entendimiento por las nuevas generaciones, que podamos trabajar juntos para atender usuarios interculturales, pacientes o receptores que tengan información para encontrar la medicina que elijan para hacernos complementarios desde la voluntad en pro de la vida.

En todos los seminarios a lo largo del país he invitado a las mujeres indígenas a no occidentalizar más el parto, a recuperar el poder de nuestros cuerpos de mujer, a educar e informar a las juventudes sobre el cuidado de sus cuerpos y salud, referidas especialmente al derecho de informarse con respecto a la invasión hormonal; de cómo nuestras abuelas controlaban sus lunas, parían generaciones todas juntas para facilitar el movimiento de sus comunidades en los climas y territorios geográficos; que las mujeres debemos recuperar la comunicación de mujeres con nuestras hijas, hermanas, abuelas para que las nuevas generaciones se mantengan sanas a pesar de la dominación occidental y sigamos los indígenas sobre esta madre tierra tal como ellos harían,

Peukalleal,

María Quiñelén

Lawentuchefe mapuche

Marzo 2007

1 comentario:

paola dijo...

Me interesa mucho y estoy a favor de todo lo que dice este artículo. Me agradaría estar en contacto con mujeres medicina y saber mucho mas sobre el tema. Quisiera saber si hay posibilidades de conocerlas en Buenos Aires, yo vivo ahí. Si no existe esa posibilidad, me gustaría recibir información de algunos encuentros y donde se hacen. Muchas gracias por estas líneas, me hace feliz saber k existe algo mejor y k está vivo cerka de akí. Les dejo mi mail: paola_elisa78@yahoo.com.ar